[:es]“¿Te han hecho contrato indefinido?” Era la primera pregunta que te hacía tu familia cuando te incorporabas al mercado laboral. El contrato indefinido simbolizaba la oportunidad de hacer carrera en una empresa; era la prueba de que apostaban por ti y que tanto tú como tu gente podíais estar tranquilos por la estabilidad de tu empleo. La inversión en tus estudios durante años había culminado con el objetivo cumplido.
A pesar de que aún hay entornos en los que se piensa en estos términos, el mercado revela otra realidad: el contrato indefinido está, poco a poco, dando paso a la empleabilidad indefinida. Es decir, ante la seguridad ficticia de un empleo “fijo”, cobra fuerza la idea de que la única seguridad laboral es la que otorga la capacidad de aprender y adaptarse a un contexto impredecible. Así, el quid de la cuestión es ser más útil para la organización, sean cuales sean las circunstancias/tendencias del mercado.
A día de hoy, un contrato indefinido no es garantía de nada más allá de una indemnización menguante en el momento de despido. No es el compromiso con el trabajo lo que garantiza el futuro profesional, sino el compromiso con el aprendizaje competencial. El entorno laboral está en proceso de cambio exponencial, cuando según Neil Sholay, director de Oracle EMEA, “el 80% de las profesiones del futuro no existen en la actualidad”. Un trabajador no puede formarse, aunque lo desee, para desempeñar las tareas del futuro, pero sí puede hacerlo para desenvolverse en la incertidumbre de manera eficaz; sí puede hacerlo para mejorar su empleabilidad.
La empleabilidad parte del principio de responsabilidad del trabajador o la trabajadora. Cada uno es así responsable de desarrollar sus capacidades para identificar oportunidades y aportar valor a una organización que está en permanente evolución.
Trabajar la empleabilidad supone poner foco en áreas de desarrollo, como por ejemplo:
1. Aprender a aprender mejor y más rápido.
2. Tomar decisiones en situaciones de incertidumbre.
3. Conocer las motivaciones personales y ejercer un liderazgo colaborativo, que dé espacio a la creatividad del equipo.
4. Gestionar las emociones que genera un proceso de cambio, propias y del equipo.
5. Ampliar la visión global de negocio e identificar tendencias de futuro.
El protagonismo de las jerarquías y el “saber hacer” definido por las tareas se va diluyendo, a ritmo variable en función de la organización, en favor de capacidades como las enumeradas. Estas, que podríamos denominar competencias del cambio y la incertidumbre, son el ingrediente clave de la empleabilidad. Cuando el mercado habla, y lo está haciendo, no hay opción de escuchar o no escuchar. Sólo hay opción de escuchar antes y pro-accionar, o escuchar después y re-accionar. ¿En qué grupo quieres estar?
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