En estos pasados días se ha hablado mucho del triste final de uno de los atletas que más alegrías han dado al deporte español y se ha comentado, entre otras cosas, la dificultad que había tenido para adaptarse a su nueva realidad tras el abandono del deporte profesional.
Además, se acaba de publicar que el número de trabajadores que no busca empleo porque piensa que no lo encontrará, pero aun así está disponible para un puesto de trabajo, es de 483.600 personas. La autora Viviane Forrester dice que hay algo peor que la explotación del hombre : la ausencia de explotación: el ser considerado superfluo en el mercado laboral
Y es que no podemos dejar de reflexionar en lo que supone para muchas personas la adaptación cuando se producen cambios radicales en su vida, radicales y bruscos, como es el pasar de tener unos altos niveles de actividad a vivir, de repente, un frenazo en la misma.
Un elevado porcentaje de profesionales, de todas las categorías y niveles, a la hora de abandonar el puesto de trabajo se encuentran con una situación de gran desasosiego y desorientación, para lo que es fundamental que puedan pasarlo acompañados por profesionales del cambio profesional que puedan ayudarles a generar ilusión y nuevas perspectivas.
Antes del inicio de la crisis hemos vivido unos años en los que los cambios de empleo, en gran número de ocasiones, eran provocados por las personas que, ellos, tomaban decisiones de cambio. En estos últimos años, la situación ha cambiado radicalmente. Ahora, desgraciadamente, la mayoría de personas en desempleo, son gente que cambia una situación de seguridad por una de incertidumbre. Entran en un túnel con miedos, desconocimiento e inseguridad sobre su mañana. Esto afecta no sólo a su mañana profesional, sino también al personal.
Da la sensación que el rumbo está cambiando. Parece que los datos económicos ya empiezan a tener un aspecto más positivo: los datos de desempleo mejoran, los organismos internacionales confirman que España ha hecho los ajustes y somos un país atractivo para invertir, la prima de riesgo está en niveles aceptables, etc.. Pero el drama del desempleo y la situación en la que se encuentran muchas familias es muy preocupante, y parece, además, que no se va a solucionar a corto plazo.
La pasada semana se presentaba un informe en el cuál se hablaba de que ya el 67% de desempleados no cobran ningún tipo de prestación. Esas son personas que están en riesgo de exclusión social. Pero, ¿quién trabaja con ellos en apoyarles, ayudarles y enseñarles?. La prestación es muy importante, pero: ¿es suficiente para orientarles en su camino?, ¿es suficiente darles peces o tendremos que enseñarles a pescar?… Creo que la respuesta es clara.
Las empresas de outplacement o recolocación existen en España desde los años 80 y su objetivo es ofrecer herramientas a las personas en desempleo para la búsqueda de un nuevo puesto de trabajo o proyecto empresarial.
Estas, inicialmente orientadas a directivos, con el paso del tiempo, han sido cada vez más utilizadas por empresas con un alto grado de Responsabilidad Social Corporativa (fundamentalmente en reestructuraciones y en las que ya se utiliza para todos los niveles de la organización). Han demostrado su eficacia y han logrado que la vuelta al mercado de trabajo de las personas despedidas haya sido más rápida que sin la intervención de las mismas; con todo lo que ello supone: desde la persona implicada, pasando por la empresa de la que proviene (imagen), hasta la sociedad en general (ahorro de prestaciones, etc).
Gracias a la Reforma Laboral, -en la que se exige la utilización de un plan de acompañamiento o recolocación para los despidos colectivos que afecten a más de 50 empleados-, las empresas de outplacement han tenido cierto desarrollo; Y se está extendiendo cada vez más su contratación por parte de las empresas. Aunque la norma es muy laxa, cuando se han contratado empresas de outplacement “serias” en las que se utilizan las mismas metodologías que se utilizaban en los inicios del sector con los directivos, los resultados han sido espectaculares, llegando a niveles de recolocación de un 75% en un período de 9 meses. Cuando se ha pretendido “simplemente” cumplir la norma, pero no su espíritu, los resultados son, sin ninguna duda, mucho peores.
Y es que debe estar en el espíritu de RSC de las compañías el ocuparse y preocuparse de las personas que trabajan en su organización y, por supuesto, contemplarse siempre el tratarlas bien en el momento de la desvinculación. Y, además, debe estar en la mentalidad de las empresas, de la sociedad y de las organizaciones sindicales, el que no sólo es importante que las personas que abandonan una organización puedan tener prestaciones que les ayuden económicamente. Es fundamental que esas personas tengan acompañamiento, apoyo y ayuda de profesionales “de verdad” para encontrar un nuevo proyecto.
Se ha de entender que el mercado de trabajo ha cambiado radicalmente en estos años. El trabajo “para toda la vida” ya no pertenece a la sociedad del siglo XXI y para los movimientos que precisa el mismo, hemos de entender que las personas deben conocer y tener asistencia en los momentos de transición profesional.
La pregunta es ¿cuántos de los parados españoles están apoyados por servicios profesionales implicados y profesionales que les asesoran, orientan y logran generarles nuevas ilusiones y perspectivas?. Como de momento inversión pública es muy limitada en este servicio de apoyo, serán las empresas de las que provienen, (con el apoyo de los representantes sociales), los que deben de preocuparse por facilitar dicho acompañamiento a través de empresas de Outplacement. Pero, sólo de empresas de outplacement que se tomen su trabajo como un oficio: que piensen en la persona a la que atienden, que analicen y trabajen en cómo ayudar: formando, realizando búsqueda activa de ofertas para sus candidatos y teniendo claro que su objetivo es acompañarles hasta lograr la vuelta al mercado de sus candidatos.
grande, Juan
El trabajo “para toda la vida” ya no pertenece a la sociedad del siglo XXI y para los movimientos que precisa el mismo, hemos de entender que las personas deben conocer y tener asistencia en los momentos de transición profesional.